El machismo es un conjunto de pensamientos, hechos, actitudes y costumbres que hacen que los varones se crean superiores a las mujeres. Es la supremacía del macho. Una ideología que no sólo afecta a los hombres sino también a las mujeres. Está instalada consciente o inconscientemente en la mente de la mayoría de las personas, es decir, que unos y otras -en distintos grados- la sentimos o la padecemos.
La sociedad, la cultura, la familia, la escuela, los medios de comunicación, van dando mensajes sobre lo que debe ser un “verdadero hombre”. Así los varones, en su proceso de socialización, van construyendo su masculinidad impregnada, muchas veces, de esta ideología machista. El problema con este tipo de creencia es que nos puede conducir a la violencia de género.
“El 90% de los hombres son asesinados por hombres, el 95% de las mujeres, también. De cada 3 mujeres en el mundo, 1 sufre o ha sufrido violencia por parte de un hombre (1).
Pero, ¿por qué los hombres se sienten superiores a las mujeres? Cuando revisamos la historia de la humanidad vemos que a lo largo de los siglos el papel de los hombres ha tenido mayor reconocimiento y protagonismo. Ellos eran los proveedores y protectores del clan: cazaban, pescaban, se enfrentaban a los animales para mantener al grupo; su vida se caracterizaba por la lucha permanente. En la medida que conquistaban y dominaban la naturaleza iban asumiendo mayor liderazgo, y, aunque las mujeres también descubrían y domesticaban su entorno (muchas descubrían plantas medicinales para curar y salvar al clan, por ejemplo), este papel nunca se ha destacado ni reconocido. Así, fue quedándose instalada en la sociedad la idea de que los hombres eran los fuertes, valientes, proveedores, protectores, capaces de vencer cualquier obstáculo. Ellos tenían el poder.
Con el paso de los años y la aparición de la familia; el estado; la propiedad privada; la división del trabajo; la hegemonía de los hombres se mantuvo, otorgándoles mayores privilegios. Eran ellos quienes trabajaban en el ámbito público y, por lo tanto, eran dueños del salario, los propietarios de las tierras, y, en muchas culturas, también los dueños de las mujeres; hasta hace muy poco eran los que tenían posibilidades de estudios, etc. Y, aunque en las últimas décadas las cosas han cambiado para las mujeres – han logrado el reconocimiento de sus derechos en algunas partes del mundo- la supremacía de los hombres aún sigue siendo una triste realidad.
Los privilegios de los que han disfrutado los hombres durante siglos llevaron a desarrollar la ideología machista, pero también les impuso una serie de obligaciones que debían cumplir. Los hombres para mostrar su poder tuvieron que reprimir su afectividad: sensibilidad, sufrimiento, dolor, miedo, vergüenza, etc. desarrollando a cambio la violencia.
Muchos varones que no han aprendido a resolver los problemas a través del dialogo, la empatía y el respeto, sienten que son los dueños de sus novias, de sus mujeres y, por lo tanto, tienen derecho a quitarles su libertad, su autonomía y, muchas veces, hasta la vida. De ahí la gravedad de la ideología machista.
En la medida que el papel tradicional del hombre no ha contribuido a establecer relaciones más igualitarias, algunos colectivos formados por varones vienen impulsando una corriente: nuevas masculinidades que busca cambiar esta ideología.
Propugnan entre otras cosas:
- Identificar al machismo como algo negativo que perjudica a hombres y mujeres
- Luchar por la construcción de un mundo de nuevas relaciones más justas y solidarias
- Desarrollar valores como la justicia, el respeto y la igualdad.