Madrid, 6 marzo. 2020. AmecoPress.- La polémica del llamado “Pin Parental” ha puesto en duda la necesidad de introducir en las aulas la educación afectivo-sexual. A raíz de la implantación en Murcia de la posibilidad de vetar determinados contenidos y enfoques por parte de madres y padres en las escuelas, no ha dejado de crecer el debate aunque a menudo sin profundizar en los efectos que a largo plazo la ausencia o presencia de la educación afectivo sexual puede tener. Desde el feminismo se plantea como una opción para acabar con los estereotipos, los roles y la violencia de género.
El mito del amor romántico es algo de lo que todas las personas hemos oído hablar e incluso hemos vivido, pero ¿sabemos cuáles son las consecuencias de concebir el amor a través de él? La experta en Estudios de Género, Inma Mora Sánchez, explica que este mito se basa en una idea muy concreta de lo que debería ser el amor perfecto. “Si nos fijamos en las grandes historias de amor con las que hemos crecido, vemos elementos que siempre se repiten: la pareja está formada por un hombre y una mujer que se complementan, el amor verdadero da sentido a la propia existencia, vivir sin la persona amada es imposible, los celos se presentan como un signo de amor verdadero, para amar hay que sufrir, solo hay un amor verdadero en la vida, es un amor que nunca termina, el amor es lo único que puede darnos la felicidad absoluta…”, argumenta la experta.
Todo esto constituye un relato que vemos en infinidad de productos culturales. Aunque los mitos y creencias van evolucionando con el tiempo y se adaptan a los cambios sociales, el argumento de fondo sigue siendo muy parecido. En los últimos años, el feminismo y los estudios de género han cuestionado este relato. Inma Mora aclara que cada vez aparecen más historias que narran otro tipo de amor, pero que aun así es difícil escapar de este ideal romántico. “Quizá vemos cada vez más historias de amor entre personas del mismo sexo, pero… ¿cómo es la relación entre ellas? Vemos parejas diversas, pero la idea de encontrar el amor verdadero y que este dure para siempre sigue aún muy presente”, esclarece.
“¿Quién no ha deseado alguna vez encontrar la pareja “perfecta” y vivir feliz para siempre con una persona?”, plantea la experta. Esto es algo que, inevitablemente, la gran mayoría de las personas piensa o busca. Es un modelo muy peligroso, ya que basa la felicidad individual en otra persona y en el vínculo que se establece con ella. “Cuando esta relación deja de funcionar o la otra persona no es como esperábamos, porque nunca será perfecta, toda nuestra vida deja de tener sentido”, determina Inma Mora. El mito del amor romántico lleva, por lo tanto, a la creación de relaciones basadas en la dependencia, donde nuestra felicidad depende de otra persona en lugar de recaer sobre cada una de nosotras y de nosotros. Además, es un modelo donde los roles de género de lo que se entiende por “hombre” y por “mujer” están muy marcados.
La educación afectivo-sexual se concibe como una opción para que las nuevas generaciones aprendan a crear vínculos con otras personas de forma saludable, evitando los roles, los estereotipos y que su felicidad recaiga sobre otras personas; sin embargo, no es la única concepción que existe sobre ella. Desde que se implantó el “Pin Parental” en los centros educativos de la región de Murcia, en España no se ha dejado de debatir sobre si este tipo de educación es necesaria o no. De hecho, incluso hemos podido ver manifestaciones tanto a favor como en contra en distintos puntos del país.
La Comisión del 8M estatal, que está formada por diversas asambleas feministas de toda España, pide que la educación afectivo-sexual forme parte del curricular de la ley de educación y que se imparta por profesionales en todas las etapas educativas, ajustando el contenido a cada una de ellas de forma consecuente. La agrupación, explica que, según la Constitución, padres y madres pueden decidir qué tipo de educación reciben sus hijos, pero que esto hace referencia a las clases extraescolares. “Aquí está el problema. La educación afectivo-sexual se plantea como extraescolar, por ello, pedimos que se introduzca en el curricular, para evitar este dilema”, justifica el organismo feminista.
La Comisión ha reivindicado que la enseñanza afectivo-sexual libre de estereotipos es fundamental para que cada niña y niño gane autoestima y libertad. Aceptar tu propio cuerpo y el de los demás cuando te vas desarrollando y construir tu identidad sexual de forma libre son dos puntos vitales que ayudan a que la salud mental de las personas mejore. Además, es importante que esta educación se dé a lo largo de todas las etapas de la educación, ya que vamos configurando nuestra identidad personal desde que accedemos al colegio.
El hecho de que adolescentes perciban el amor romántico como único modelo no solo trae consigo desigualdades dentro de la pareja, sino que tiene consecuencias personales para cada una de las partes. Inma mora explica que, a nivel personal, trae consigo falsas expectativas como, por ejemplo, pensar que el amor va a solucionar nuestra vida y va a ser nuestra fuente de felicidad. “El amor puede ser parte de nuestra vida y puede generarnos mucha felicidad, pero no puede ser el centro de nuestra propia existencia porque si este falla se derrumba todo nuestro mundo, lo que puede convertirse en un fracaso vital”, esclarece.
El hecho de que la felicidad dependa de otra persona nos hace vulnerables, e incluso podemos llegar a ceder en situaciones que nos desagradan solo para permanecer al lado de esa persona, dejando que mine nuestra integridad personal. “La idea del amor romántico nos dice que el amor es lo más importante y que, en nombre del amor, debemos renunciar a todo, debemos elegir siempre el amor y darle prioridad sobre todas las cosas”, dice la experta. Este mensaje es peligroso porque la historia no se nos cuenta igual a hombres y a mujeres. “En una sociedad machista, son las mujeres quienes suelen renunciar a todo en nombre del amor. Mientras que a nosotras se nos enseña a cuidar y a convertirnos en una buena madre y esposa, a ellos se les enseña a luchar, a tener un papel activo y a luchar por sus sueños”, argumenta Inma.
La violencia de género es el resultado de una cultura patriarcal que nos enseña roles distintos a hombres y mujeres, dilucida la experta. Cómo se debe comportar una mujer y un hombre dentro de una relación afectiva son dos de esos roles, que, además, son los causantes de una desigualdad debido al papel dominante que se le otorga al hombre. La existencia de roles tan diferenciados y marcados trae consecuencias negativas para ambos, pero sobre todo para las mujeres ya que “la concepción del amor romántico puede hacer más vulnerables a las niñas y a las mujeres de cara a sufrir algún tipo de violencia de género en el futuro”, concluye la especialista.
“La educación afectiva es fundamental para nuestro desarrollo y para poder vivir relaciones sanas”
Normalmente, cuando hablamos de violencia de género, lo primero que nos viene a la cabeza en materia de parejas son matrimonios o personas, ya de una edad avanzada, que mantienen una relación estable. No solemos pensar en las jóvenes de 16 años, pero lo cierto es que también la sufren. De hecho, interiorizarla desde jóvenes es asentar una base para que cuando las niñas o adolescentes crezcan vean normalizadas ciertas conductas dañinas o irrespetuosas de sus parejas hacia ellas.
Cuando una adolescente se ve envuelta en violencia de género, no la etiqueta como tal a menos de que anteriormente le hayan enseñado que eso que le está ocurriendo es violencia. Inma Mora, explica que, si queremos acabar con las desigualdades entre hombre y mujeres, necesitamos una educación que nos ayude a percibir y a ver esas desigualdades y, sobre todo, que nos ayude a construir relaciones entre iguales. “La educación afectiva es fundamental para nuestro desarrollo y para poder vivir relaciones sanas”, aclara la especialista. Así pues, socializar y educar a todos los jóvenes con perspectiva de género se concibe como algo fundamental para evitar caer en la violencia.
Además, la literatura, las películas, las series y la música no suelen ayudar a que las jóvenes sepan identificar la violencia ya que, estos productos, en ocasiones suelen justificarla o normalizarla. La experta en género comenta que las relaciones de pareja y la sexualidad están muy presentes en los productos culturales destinados a adolescentes. “No se trata de censurar libros, películas o música, ya que forman parte de nuestra historia y de nuestra cultura, pero si que tenemos que aprender a leer esa cultura y a entender el contexto en el que ha sido creada”, concluye.
Identificar la violencia de género en la adolescencia es muy difícil ya que es una etapa en la que se experimentan muchos cambios físicos, emocionales y de comportamiento que pueden hacer que el maltrato pase desapercibido al considerar que son cambios propios de esta etapa. El entorno lo tiene difícil a la hora de detectarla. Ante esto, que padres y madres tengan relaciones de confianza con sus hijas es determinante a la hora de que ellas se sientan seguras y puedan transmitir si tienen algún problema.
También se puede dar la situación de que padres y madres no puedan detectar síntomas que indiquen que su hija se encuentra en una relación “poco saludable” con su pareja debido a que la propia adolescente vive en un entorno familiar de violencia. Inma Mora explica que la violencia de género se da en todos los ámbitos y en contextos muy distintos, pero vivir en un entorno familiar violento hace que salir de una situación de violencia de género sea aún más complicado. Contar con una red de apoyo es fundamental para afrontar una situación de violencia de género y el entorno en el que viva una adolescente es clave.
Por ello, es importante que, por un lado, profesores y profesoras tengan formación en prevención de la violencia de género para que sean capaces de identificar situaciones de maltrato y, por otro lado, que se realice formación para la igualdad dirigida a jóvenes. Inma añade que “es esencial que las instituciones públicas ofrezcan todo el apoyo y los recursos necesarios para que las jóvenes puedan identificar la violencia de género -ya sea la que sufren dentro del hogar o en sus relaciones de pareja- y sean capaces pedir ayuda en caso de que fuera necesario”.
Así pues, la educación afectivo-sexual se presenta como una alternativa eficaz para combatir los roles, los estereotipos, el mítico mito del amor romántico y una de sus consecuencias más terribles como la violencia de género. Sin olvidar que permite a las y los adolescentes que sean quien quieren ser sin presiones, enseñándoles a amar su cuerpo y a no tener miedo de ser quienes son. El debate continúa y continuará, sin embargo, las personas expertas en género lo tienen claro, la enseñanza afectivo-sexual es necesaria para construir identidades con libertad y relaciones sanas basadas en el apoyo mutuo, la independencia personal y la libertad. La educación puede solucionarlo, pero para ello debe amparar una serie de valores.
Foto: Archivo AmecoPress / 1) Foto de Pixels; 2) Foto de Piqsels.
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